Cuando alguien pretende hablar durante una hora sobre un tema tan general
como “Medicina primitiva”, es obvio que sólo puede acercarse a unos pocos
aspectos seleccionados del tema en cuestión.
El primero de ellos es el de “medicina prehistórica”, que
algunos han llamado también “medicina primitiva”. Uno de los aspectos más
importantes de la medicina primitiva es la farmacopea (pharmacopoeia) de la
mayor parte de las tribus primitivas. La picrotoxina, el poderoso estimulante
del centro respiratorio; la estrofantina, conocido medicamento para las
enfermedades cardiacas; la emetina, el alcaloide de la ipecacuna e indicado en
la disentería amebiana –todos son de origen hindú.
El problema es convencer a los grandes científicos, o a las
industrias, de la gran importancia practica augurando lo que podría ser el
análisis a gran escala de las drogas primitivas. La enfermedad es más vieja que
el hombre. La enfermedad puede preocupar mucho a una sociedad más allá de su
frecuencia objetiva. La enfermedad es la principal preocupación de los indios
Pit Rivers del noreste de California y después del sexo, la de los yavapei. Hay
pueblos que muestran el mismo interés por la enfermedad que nosotros y pueblos
“heroicos” como el iatmul, el cheyene o el Dahomey, que se preocupan
relativamente poco de la enfermedad y la medicina.
Uno de los bastantes rasgos comunes de la medicina
primitiva, que la hace bastante diferente de la nuestra, es el papel social que desempeña la enfermedad y
la medicina en la sociedad primitiva. Nuestra sociedad crea formas organizadas
para luchar contra la enfermedad, formar médicos, prevenir epidemias, dar
alojamientos sanos, etc.
La enfermedad, en muchas sociedades primitivas, es la
sanción social más importante. La medicina primitiva posee un elemento moral
que está casi ausente en la nuestra. “Ve en paz, paga tus deudas, abstente de
adulterio y así te protegerás a ti y a tu familia de enfermedad”.
El concepto social de
enfermedad en la sociedad primitiva se refleja también en la creencia de que el
castigo de la enfermedad puede afectar a cada miembro de la familia tanto como
al propio pecador. Es una noción que va más allá que nuestro concepto de
enfermedades hereditarias o infecciosas. De ahí que las medidas
terapéuticas -sean la confesión o la
medicación- se apliquen muy a menudo no sólo al enfermo, sino a toda la
familia.
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