EL CÓLERA ¿ES SÓLO UNA METÁFORA?
Durante las décadas de 1970 y 1980 la antropología social
ha tomado escasamente en cuenta las consecuencias ideológicas, epidemiológicas,
sociales y políticas generadas por la constante expansión de las teorías,
interpretaciones y, sobre todo, intervenciones biológicas sobre el campo de la
subjetividad, la sociedad, la cultura y, por supuesto, el proceso de
salud/enfermedad/atención, lo cual contrasta con la importancia dada de algunos
de estos procesos entre 1930 y 1950.
Durante los años cincuenta, y a través de varios campos,
se desarrollan de forma sostenida investigaciones y explicaciones que hallan en lo biológico a causa básica del
comportamiento humano.
Las investigaciones
etiológicas dedicadas a estudiar el comportamiento de diferentes especies
animales generó toda una serie de explicaciones respecto de las conductas del
ser humano y especialmente sobre su naturaleza agresiva y competitiva.
Las propuestas y técnicas biológicas pasan a
determinantes respecto del control y/o planificación de la natalidad, asi como
para posibilitar la reproducción artificial, la posibilidad de escoger sexo del
hijo antes de que nazca, la clonación aprobada
por ahora solo para la producción de embriones humanos con fines terapéuticos
específicos, la posibilidad del cambio de sexo a través de varias tecnologías biomédicas
complementarias, la posibilidad de modificar el cuerpo con objetivos de demorar la apariencia de sujeto/objeto
sexual.
A su vez las investigaciones biológicas, mas alla de que
generen explicaciones causales, producen de forma creciente tecnologías que actúan
sobre comportamientos individuales y colectivos ya sea como medio de control de
sujetos considerados enfermos mentales, o sobre todo de los comportamientos
normales ejercicios en la vida cotidiana.
El biologicismo supone la explicación del comportamiento
humano, incluido sus padeceres, por estructuras innatas; para el sociobiológo
Wilson, la religión, la competencia, la cooperación, la dominación masculina,
la agresión, son genéticas. Eibl-Eiberfeldt
sostiene en la década de 1970 que el comportamiento humano esta al menos en
parte pre-programado biológicamente.
Pero además de lo señalado, el incremento constante y
sostenido de explicaciones centradas en lo biológico nos preocupa porque el
biologicismo constituye el nucleo manifiesto en torno al cual se legitiman, al
menos en parte, reaparecen o comienzan a desarrollarse durante los setenta en
numerosos contextos tanto de países centrales como periféricos.
Tales procesos refuerzan el papel no solo de las
interpretaciones biológicas de la enfermedad, sino de la biomedicina,
incluyendo el descubrimiento por antropólogos, sociólogos y literatos de que en
torno a las enfermedades se constituyen algunas de las principales metáforas de
la sociedad, al menos de la sociedad occidental, lo cual fue analizado para un
amplio espectro de padecimientos que van del alcoholismo al sida, pasado por la
tuberculosis y el dolor crónico.
La enfermedad y la biomedicina constantemente son
utilizadas para resignificar procesos económico.politicos en términos de
enfermedad, de tal manera que desde la desnutrición imperante en varias
regiones de Brasil, y especialmente en el noreste, hasta la masa creciente de personas
que no tienen vivienda.
El descubrimiento del cuerpo a nivel de la vida cotidiana
se desarrolla aparentemente contradictoria: por una parte, se recupera el
cuerpo en términos de salud, belleza, negación de envejecimiento y hasta de la
muerte. Esta revaloración se da en la practica en términos de la afirmación de
la presencia individual de los sujetos.
Otro de los campos a través del cual se expresa el interés
por el cuerpo es el relativo a los cuerpos desviados y controlados en términos no
solo de poder institucional, sino de la potencialidad ideologica, social y técnica
de construir nuevos actores a través de la manipulación de los cuerpos.
La biomedicina es tomada como expresión paradigmática de
la escisión cuerpo/alma en términos científicos, pero además por el papel que
desempeña en la institucionalización de esta concepción en el saber de los
conjuntos sociales.
Este dualismo fue puesto de manifiesto sobre todo en el
enfoque biomédico dominante aplicado a la salud mental y al cuerpo femenino,
enfoque que a través de criterios científicos construyo no solo
representaciones técnicas y sociales de las enfermedades mentales y de los
cuerpos y padecimientos femeninos, sino que produjo diagnosticos y tratamientos
que reforzaron la concepción dualista y fundamentaron la subalternidad de estos
sujetos.
Ahora bien, varias de las propuestas antropológicas actuales
que tratan de superar el dualismo parten del concepto de cuerpo entendido como
experiencia en el mundo no reducido a las representaciones colectivas, sino que
produce realidad. El cuerpo no es observado en términos de biología o de
cultura, sino de una unidad que algunos refieren a la experiencia, otros a la acción
y varios a la practica.
La mayoría de los temas y problemas sobre el cuerpo, sobre el dualismo,
cobre la ciencia como etnociencia o sobre las biologías locales que aborda una
parte de la antropología actual fueron desarrollados radicalmente dentro de la
ciencia alemana entre 1920 y 1940, y en
menor medida por una parte de la antropología norteamericana del mismo periodo
como ya hemos señalado.